sábado, 19 de marzo de 2011

Pasemos de esta bella ocupación que es ser escritor a las bellas obras, dejando atrás la señal de ese sepulcro que ahora llevamos a nuestro alrededor y llamamos cuerpo, dejando de comportarnos a la manera de un cuadrúpedo, comer y engendrar hijos.

Pájaro Carpintero, Artesano y Cantor
de los Bosques, en Peligro de Extinción
El suicida tiene por almohada
un revólver con seis balas,
el agricultor su arado,
el pastor su rebaño;
el escritor ha de tener
por almohada sus libros,
sus ilusiones, sus sueños.

El escritor, ser humano, peregrino, ha de separarse cuanto pueda del solo brillo corpóreo que alguna vez le halagó para remontarse “sin carruajes de caballos ni navíos” hacia la patria querida de donde procede y a la que está destinado, pasará así el escritor de las bellas ocupaciones a las bellas obras y aun a la belleza del alma, el camino de la escritura es, de este modo, el camino de salvación y de felicidad, el escritor concibe un ideal y lo expresa en sus obras.

Copihue, Flor Nacional de Chile.
La conversión al mundo de las letras debe ser precedida de una conversión filosófica; no tiene sentido permanecer en las cosas como si fueran las definitivas y permanentes, por ellas se ha de ascender a la fuente como por una escala; subirá el escritor de las cosas corpóreas a las espirituales, las posesiones del escritor quedan reservadas a una facultad interior, es como volver a cobrar el tino y la memoria perdida en su origen y ahora esclarecida.
Entonces vendrá la obra no perecedera, fuente de otras, adentrándose en un mundo de olvido de las cosas terrenas; quien haya de acometer derechamente esta hazaña que comience ya a perseguir lo bello y poner en ello su contentamiento, su amor, sus cuidados, sus engendros de razones que deben ser engendros de dicha y belleza, con lo cual tendrá la belleza del cuerpo por bien poquita cosa, dejando atrás la señal de ese sepulcro que ahora llevamos a nuestro alrededor y llamamos cuerpo, dejando de comportarse a la manera de un cuadrúpedo, comer y engendrar hijos.
Teniendo ante sí una belleza mayor y disfrutándola, entonces robustecido y crecido expresará de manera inagotable palabras y razonamientos no perecibles, sin menguantes, irá ascendiendo como por peldaños hasta donde debiera vivir el escritor permanentemente, si es que tiene que vivir en alguna parte, sin tener ojo para otra cosa que no sean las páginas, ni tiempo más que para ellas, hasta llegar a pasarse sin comer ni beber, como San Agustín, olvidarse de madre, hermanos, hacienda y todos los convencionalismos, durmiendo donde más cerca esté de su obra, de sus libros, de sus sueños, entregado solo a su labor la que dará a luz en su momento porque ya tiene amistad con los dioses y sin darse cuenta siquiera ha criado alas.

Copihue, Flor Nacional de Chile

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